domingo, 14 de noviembre de 2010

Tuve un sueño

Algunos se sorprendieron cuando afirmé que vivíamos en un mundo animado y lleno de espíritus. Soy Tales el milesio, conocido como Tales de Mileto y mi razón me dicta, también, que el principio y esencia de todas las cosas es el agua. ¿Acaso no la veis correr por todas partes?

Todavía puedo escuchar la voz de mi madre: Tales, Tales, no sólo quedas en evidencia con tu manía de mirar al cielo aunque con ello te caigas a un pozo, sino que te vas a meter en un buen lío con tu rareza de arrendar olivares”. Eran otros tiempos y con el negocio del aceite demostré a todos que un estudioso de la sabiduría bien puede hacerse rico con sus hallazgos pero lo que de verdad le interesa es otra cosa. También para llevar a la práctica mi frase colgada del frontispicio del Templo de Delfos: Conócete a ti mismo.

En el transcurso de un sueño que tuve la noche pasada, los dioses me comunicaron una merced especial en virtud de la cual tendré la dicha de poder recorrer la línea del tiempo hacia delante y hacia atrás y ver con mis propios ojos la maravilla que nos tiene reservado el decurso de los siglos. Podré comprobar en persona los primeros vislumbres del renacer de un pensamiento nuevo que se inició con los cantos de Homero a Odiseo y a Troya (Ilión) a partir de los cuales tomó un nuevo impulso que se contagió luego a las ciudades ribereñas del Asia Menor, así como a las islas del mar Egeo, el Peloponeso y el resto de colonias griegas.

Hoy, como prueba de que mis indagaciones sobre la naturaleza van por buen camino, se ha producido un acontecimiento espectacular que predije. La fecha pasará más tarde a la historia como el 585 a. C., año del eclipse solar.

Para explicarlo todo, las cosmogonías antiguas acudían a los mitos y a elementos primordiales utilizados en la concepción del origen del mundo. Nosotros los milesios hemos acometido el estudio racional de la naturaleza y cada uno de nosotros apunta a un principio como origen de todo: el agua en mi caso, el aire en al caso de Anaxímenes, lo indeterminado, según Anaximandro. Me señalan algunos como el padre de la filosofía. ¡Mileto, la cuna del saber! Sin duda es una apreciación excesiva. Lo que sí hemos tenido la suerte de irradiar desde las colonias un nuevo afán de conocer al resto de ciudades griegas y hasta la misma Atenas.

Si mis paisanos supieran que he escuchado a algunos defender la peregrina idea de que nada tiene consistencia y todo es relativo. Pero de eso hablaré otro día.