Ya hemos visto que Platón concebía la realidad en dos esferas bien diferenciadas: por una parte el mundo de las ideas donde están los moldes y luego los objetos que vemos a través de los sentidos. De igual modo, el hombre para Platón es un conjunto formado por alma y cuerpo. Un alma inmortal y un cuerpo mortal que es la morada del alma. En el alma se ubica una de las propiedades principales, la inteligencia.
El alma ya conoce antes de meterse en un cuerpo pero lo olvida al encarnarse. Su función será recordar lo que ya sabe. Es lo que se conoce como reminiscencia.
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